lunes, 6 de febrero de 2017

La isla de la felicidad

Llevaba ya más de tres meses a la espalda, yendo de isla en isla en ese mar desconocido. Aquel naufrago ya se había acostumbrado a vivir "a la deriva" en aquella balsa de madera, conociendo nuevos paisajes, nuevos inquilinos en cada isla que visitaba pero también en cada remo que daba en su lancha al avanzar entre cada una de esas islas, donde podía mirar hacia abajo (hacia el fondo del mar) y juguetear con los distintos peces y demás fauna marina que allí se encontraba. Ese día mientras remaba como cada hacía día, vio otra de las ansiadas islas allá en el horizonte...estaba emocionado, quería llegar lo antes posible, sabía que le esperaba una jornada de descanso la mar de apetecible, sus brazadas cada vez se sucedían con mayor rapidez y , por lo tanto, avanzaba más en menos tiempo. Al llegar a la mencionada isla de repente notó una inmensa felicidad, una felicidad que no había podido experimentar hasta ese momento...un felicidad que quizá provenía de la sensación que tenía de sentirse como en casa (quien le iba a decir que en ese lugar pudiera sentirse de tal manera)...entonces, se sentó en una roca y disfrutó de ese momento recordando en su cabeza viejos tiempos con su verdadera familia y gente conocida y en su verdadero hogar.
Pero no podía quedarse allí mucho tiempo pues el objetivo más lejano, aquél que se había marcado desde el momento en que empezó todo aquello, estaba por llegar...entonces se levantó rápidamente, con fueza y con el pensamiento de no perder más tiempo (a pesar de lo a gusto que estaba en aquel lugar) se decidió a seguir adelante como siempre había hecho pero con ese sentimiento de fuerza que nunca había tenido. Se metió en la balsa para comenzar, de nuevo, a navegar por aquel mar desconocido (que empezaba a sentir cercano) echó la mirada atrás, respiró hondo y decidió bautizar a aquella isla como la Isla de la felicidad.




Con este impersonal "cuento-metáfora" he querido transmitiros de la forma más fiel posible lo que se siente al vivir en un país extranjero y recibir visita de tu país de origen. Al pensar en como transmitiros esa sensación y como la vivo yo no tuve duda...en ocasiones te sientes como un "náufrago" en un "mar desconocido" y volver a tener a alguien (o a veces incluso algo) de tu país de origen, supone una "isla de felicidad" en ese "mar desconocido", una isla donde eres capaz de descansar, coger aliento y volver a tu rutina diaria con la seguridad y la certeza de que siempre habrá "más islas por delante".

Pues bien, la semana pasada yo llegué a otra "isla de la felicidad", pero en este caso no de la mano de un bote si no de los ya famosos South West Trains (esta vez calling at Vauxhall), así como varias paradas del metro londinense y un enlace en London Kings Cross (sí, la estación de Harry Potter, como buen harrypotterfan me sentí por un momento como un estudiante de Hogwarts más dispuesto a coger el expreso...eso sí, no vi el muro de la estación 9 y tres cuartos...¡habrá que volver!) a los Virgin Trains , finalmente, calling at....¡¡¡¡LEEDS!!!! (ciudad al norte de Reino Unido)...iba a pasar mi estancia en aquella isla en casa de mi prima Gema con su marido, su niña Isabella (cumplía 2 años el domingo) mis tíos Antonio y Merce, un primo, su mujer y su hija.

Llegué a eso de las 11 de la noche a un Leeds totalmente diferente a como me lo habían pintado...tenía la imagen en mi cabeza de un típico pueblo inglés, pequeño, con casas bajas (rollo Godalming) y para nada...el marido de mi prima en el trayecto a casa me desmintió mi idea, diciéndome que era una de las ciudades más grandes de Reino Unido (¡cerca estaba! xD).

Cuando llegue a la casa de mi prima de nuevo sensación de calor de hogar a pesar de estar en ella por primera vez...por delante teníamos varias horas hasta que llegaran el resto de inquilinos (a la 1.15 de la madrugada aproximadamente)...por suerte entre charlas varias en las que nos dió tiempo a recorrer temas como sus exámenes de la carrera a distancia que está haciendo, temas educativos que nos apasionan a ambos, algún que otro cotilleo y mirada hacia la ventana rollo "Viejalvisillo" (por si habían llegado el resto) la espera se me hizo muy corta. Cuando llegaron de nuevo sentimiento de alegría y hogar, sentimiento que duró poco pues el sueño nos invadía a todos, así que nos fuimos a la cama cuando estas quedaron repartidas ya que al día siguiente había que levantarse y aprovechar el día juntos viendo cosas.

Amanecimos sobre las 9 y media y el zafarrancho dio comienzo..."Somos muchos y hay que organizarse, podemos desayunar separados e irnos duchando" dijimos el día anterior...comentario que quedó en el olvido pues acabamos compartiendo mesa en el desayuno, producto de la lentitud de esa mañana (no había dormido muchas horas), de las ganas de estar juntos o de todo a la vez. "Da igual, estamos aquí para relajarnos" decía Alicia, la mujer de mi primo y, en parte, tiene razón, esos momentos para mí son un regalo cada vez que visito una "isla". Después de desayunar apareció la hija de mi prima Gema, Isabella (ella y su padre se habían ido por la mañana a la piscina) llena de felicidad por la visita (mi prima nos contó que había estado nerviosa toda la semana) dio besos a diestro y siniestro...sus besos, esos que siempre me recuerdan lo especial que es para mí y lo especial que son los momentos junto a ella.

Ese lluvioso día nuestro destino era York, una ciudad con mucho encanto inglés, mucha tienda de
"monadas" y una catedral que impresiona por dentro y por fuera, nos quedamos sin subir a la muralla, que estaba cerrada ese día pero no importó ,a part
e de ser una buena escusa para volver, hacía frío y un café en el cuerpo nunca se rechaza...así que allá que fuimos...¡al Costa más cercano!.
Las horas para el cumple de la peque ya se podía contar con los dedos de la mano, y su nerviosismo crecía por momentos por lo que a la vuelta a casa (a eso de las 8 de la tarde) tocó llenar la casa de globos y fotos suyas desde su nacimiento hasta ahora, también disfrutamos de unas cuantas canciones y bailes de su repertorio infantil (Put your hands in, your hands out, in, out, in, out, shake it all about, ¡OHHH, Boogie, boogie!...esas que vuelves a recordar cada vez que tienes un niño en casa) hasta que calló rendida.

Después tocó la cena rememorando sabores...esta vez pude degustar una auténtica sopa de cocido, así como salmón al horno y demás gustos para el paladar, también jugamos a "Qué tengo en el coco", amenizado por Sara (la hija de los primos), que resultó bastante rápido pues el sueño estaba empezando a hacer mella en nosotros...así que a eso de las 10 de la noche (¡Ni los Lunis!) cada uno e dirigía a su estancia a descansar y coger fuerzas para el gran acontecimiento del fin de semana.

Al día siguiente una ratoncita Minnie apareció en el salón (donde yo dormía con Sara) a las 8 de la mañana con una sonrisa de oreja a oreja señal de que algo importante pasaba ese día...¡¡¡¡cumplía dos añazos!!!!, los "¡¡Feeeeelicidades!!" se sucedían esa mañana en cada rincón de la casa, la canción de cumpleaños era nuestra banda sonora y el papel de regalo, los globos y los "cup-cakes" (que habían preparado el viernes Isabella y su madre) invadieron de repente el salón de la casa. Cantamos el cumpleaños feliz y desayunamos todos juntos (ese día pasamos más del reloj), para después arreglarnos y salir a conocer Leeds. Una ciudad con poco encanto histórico y cultural (ya me lo adelantaba el marido de mi prima, Juan, el viernes) pero con, por lo visto, un encanto económico y de compras para millonarios como futbolistas, actores...por sus tiendas y centros comerciales, los cuales son enormes (sus precios también).

Comimos algo rápido y después de comer nos dirigimos a donde habían aparcado el coche alquilado que llevaría a mis primos y tíos al aeropuerto de regreso a Madrid...de nuevo
despedidas y esperanza de encontrarnos pronto, aunque sabes que no será tan pronto - pero ¡nos vemos pronto!, es una frase que deja tranquilo -. Juan, Gema, Isabella y yo pusimos rumbo a la casa de nuevo donde esperamos - con un poco de estudio (o un poco de intentarlo xD), un poco de Skype con la familia por el cumple de la niña y otro poco de cocina para la cena (tortilla española, en mi caso metida en un sándwich con tomate) - a que llegaran las 6 de la tarde, hora en la que iniciaba mi viaje de vuelta.

Un fin de semana de "isla" que se suma a la colección de momentos de esta aventura, una colección que no dejará de engordar, por ahora, una colección que llevaré siempre, aún cuando esté en mi casa, en lo más profundo de mí...¡ahora toca navegar hasta la próxima isla!.

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