domingo, 16 de julio de 2017

Tiempo de vacaciones

¡Y , al fin, llegaron!...llegaron esos días del año en los que la vida normal de las personas se da "un vuelco", en los cuales se da una vuelta de hoja a la rutina (a veces muy necesaria) para dar paso a un periodo en el que las máximas preocupaciones son el ser capaz de decidirte entre "mojito" y "piña colada" o echarte la crema solar ya o esperar un ratito "a que pegue más el sol", entre otras...sí, efectivamente - como ya habréis adivinado - llegaron las vacaciones (también a esta parte del Canal de la Mancha).

Por supuesto que, para un niño este periodo de revaloriza por 1000 y sus problemas no son esos si no decidir qué jugar o que película le apetece ver, entre otras "catástrofes"....Y , como ya os he contado alguna vez, el au pair como "extensión" del niño al que "au pairiza" o hostchild y le acompaña en todo lo que vive, también lo hace en este periodo - de una forma más intensa ya que vive con él más horas al día- compartiendo esos "grandes" problemas, tardes y mañanas intensas de juego y mucho más. Porque sí, vacaciones para el niño o hostchild no es precisamente sinónimo de vacaciones para el au pair, si no todo lo contrario...y ,lo peor de todo, no se trata de periodos cortos de una semana como os contaba en los half terms si no que tenemos que utilizar otra medida de tiempo para referirnos a las vacaciones de verano...¡¡¡¡MESES!!!!.

Pero ¡que no cunda el pánico!, en mi caso, los Osborne siempre tienen un buen plan para las vacaciones - Egipto, Francia, son algunos de los últimos destinos...- y el periodo de vacaciones para Riley (dos meses) no iban a transcurrir, ni mucho menos, tras las cuatro paredes de la casa y con un Daniel exhausto - por no poder con un músculo más en alguna lightsaber fight o lucha de espadas láser - y con dolor de cabeza - por no saber qué inventar más para jugar - ¡NO!.

El primer destino de las vacaciones familiares no se haría esperar y el viaje -con motivo de una boda de un amigo del padre- se producía el último día de colegio de Riley lo que obligó a Imogen a preguntar al colegio si podría faltar ese día y reservarle el "secreto" del viaje a Riley hasta semanas antes de partir, ya que se podría correr el bulo por el colegio y el faltar al colegio en Reino Unido únicamente se hace por causa muy muy mayor - me encanta la autoridad que aquí tienen los colegios y los profesores - y esta, claramente, no lo era...

El mencionado destino era Sicilia y lo mejor de todo es que...¡¡el plan me incluía a mí!! - sí, como leéis - obviamente no con la intención fundamental de pagarme unas vacaciones con ellos si no con la de que me quedase con Riley los momentos en los que ellos se quedasen más tiempo en la boda u otros que aprovecharan para descansar mientras Riley quemase sus últimas energías en la piscina.

That´s the deal! / ¡Este es el trato! (me anunciaba Imogen una mañana de Marzo tras haberme dicho anteriormente que no hiciese planes para el fin de semana del 8 y 9 de Julio) As you know, we have a wedding in Sicily on July and you will come with us!! / Como sabes, tenemos una boda ne Julio en Sicilia y ¡¡vas a venir con nosotros!!. Tras lo cual mi corazón dio un vuelco y se me abrieron los ojos como platos - afortunadamente no literalmente...vaya cuadro con Imogen delante- y se produjo el posterior "petamiento" de whatsapp a todos mis allegados contándoles lo ocurrido (como suele pasar en este tipo de situaciones cuando se está alejado de tus seres queridos).

Pero antes de que uno de los "eventazos" del año se produjese, había que pasar la última semana de colegio de Riley, la cual viví con una mezcolanza de emociones curiosa...felicidad - por abandonar la rutina milimétrica a la que Imogen nos somete a diario y la cual debe cumplirse a "rajatabla" -, nostalgia - por saber que, precisamente, esa rutina ya no va a volver más para mi...atrás quedan ese despertador a las 7, esos Come on, Riley! / ¡Vamos, Riley! - cuando se pasa de tiempo en el baño-, esos paseos con Flora para ir a recoger a Riley o esos ratos esperando en la puerta del colegio con caras de madres y padres que ya son conocidas para mí y nerviosismo por el inminente viaje - sobre el cual tenía mis miedos, como no encontrarme a gusto con ellos o agobiarme por el exceso de "Osborne" todo el fin de semana, de seguido -. 

Todo ese batiburrillo emocional (con el que ya estoy acostumbrado a lidiar) y yo, amanecimos el viernes 7 de Julio nada más y nada menos que a las 5 menos cuarto de la mañana para dirigirme al aeropuerto de London Gatwick con destino Catania - uno de los aeropuertos de Sicilia -. La rutina rígida británica encarnada por Imogen no dudó en sorprenderme ,de nuevo a esas horas de la mañana, llamando a mi puerta a las 5 y preguntándome con un "recién despierto" Are you ready? / ¿Estás listo?, si estaba listo para salir (aún habiéndome dicho que la hora de salida de la casa serían las 5 y media) y, de esta forma con un plátano en la boca y un vaso de agua en el estómago, salía por el dintel de la puerta de la mansión Osborne a las 5.15 de la mañana. 

Un Riley emocionadísimo y sin signos (aparentes) de sueño me recibía en el coche con un smoothie y unas ganas locas por estar disfrutando de Sicilia. Tras llegar al aeropuerto, sacar los billetes de embarque, facturar las tres maletas - sí, también la mía...tras haberme comprado escrupulosamente botes de menos de 100 ml y haberlos metido todos en una bolsa para ahorrar tiempo - y cruzar el control -tiempo ahorrado...¡yo no llevaba nada! - montábamos al avión a eso de las 6.40 de la mañana dejando un Londres muy soleado y llegando a una Sicilia que nos recibía aún más soleada.

Al bajar del avión, recuperar mi maleta (llena de mini-frasquitos, recordad el "pardo" detalle, resultado de no preguntar) y encontrar al taxista contratado escondido tras un cartel que rezaba - errónamente escrito- "Osbourne" nos plantamos en "Villa Carlotta" el hotel que nos acogería los próximos cuatro días. Un hotel situado en Taormina, al este de la isla de Sicilia en una colina en frente del mar que dejaba vistas alucinantes al mar Jónico que rodea esta parte de la isla. Al llegar nos ofrecieron una bebida a lo que yo respondí Beer, please! / ¡Cerveza, por favor! y nos pudimos comenzar a deleitar con las vistas del restaurante del hotel situado en la última planta. 

Después del recibimiento tocó asignación de habitaciones: una para Imogen y Adrian en la planta 0 y otra para Riley y para mí -con vistas al mar- en la planta 1. Después de acomodarnos, comer (y disfrutar de la primera de muchas pizzas de los cuatro días), disfrutar de un rato en la piscina y prepararnos después para cenar, nos dirigimos Riley y yo al restaurante de las vistas increíbles para cenar una vez los padres partieron a la cena de recepción de la boda en otro hotel de la zona. Quizá por el ambiente relajado, la mesa para dos y las vistas inigualables, Riley me sorprendió con unWait!...Is this a date? / Espera...¿esto es una cita? xD.

El día siguiente se avecinaba más tranquilo pues, a parte de no tener que darme el madrugón de mi vida, iba a tener mi esperado tiempo libre por la tarde mientras ellos iban a la boda. Por lo que disfrutamos de una mañana de piscina con juegos , esta vez, acuáticos, zambullidas y regañinas a Riley varias - Riley don´t jump in the pool...this is a relaxing pool!! / Riley no saltes a la piscina...¡esto es una piscina relajada!! - tras lo cual comimos y pusimos rumbo a las respectivas habitaciones para que la familia se pusiese a tono con el ambiente de boda en sus mejores galas. Y con éstas ya puestas, nos dirigimos los cuatro al hotel donde se celebraría la boda para enseñarme el camino a seguir para recoger a Riley una vez este hubiese comido y se retirase a descansar.

Accedimos por, seguramente, la parte más fea al hotel donde se celebraba la boda pero dio igual mi asombro fue el mismo...¡¡qué suelos, qué cristaleras, qué camareros con pajarita!!...¡¡qué TODO!!. El hotel de la boda era "otro nivel" a la altura de "unos pocos", grupo en el que se encontraba, sin ninguna duda, el amigo de Adrian...por un momento me sentí parte de la película "princesa por sorpresa", pero esta princesa no iba a durar mucho entre tanto lujo pues una vez vista la salida y entrada principal del hotel me despedí de la familia y me dirigí a ver el pueblo de Taomina en las próximas 4 horas.


Las cuales fueron más que suficientes para descubrir un pueblo con mucho encanto italiano y con unas vistas magníficas pero con poco que ofrecer (culturalmente hablando) más allá de un anfiteatro romano y unos jardines. ¡Ah! También me dí una "cenaca" (a base de pizza, claro...) yo sólo con vistas inigualables (me hicieron gracia por contrastar con el nivel de vistas del fin de semana xD... así que os las dejo en la foto).



Al día siguiente (el día anterior a nuestro regreso) tocó pisar la playa, al cual descubrí que era amiga de Imogen pero no tanto de Adrian - bueno eso y el resto de cosas del verano: sol, arena,...- pero aún así - Imogen es la jefa, ya sabéis...-  pusimos rumbo a la misma a eso de las 11 de la mañana en un taxi (cortesía del hotel) que nos llevaba a la playa más cercana que se encontraba bajando la colina en la que nos encontrábamos. Al llegar nuestras tumbonas estaban preparadas en primerísima línea de playa (en mi cabeza el "¡esto es otro nivel!" no paraba de resonar) y la vocecilla de Riley pidiendo meterse en el agua tampoco tardó en aparecer. No obstante descubrí a un Riley más miedoso de lo que esperaba con la playa ya que le costó varios intentos - pasando incluso la hora de la comida - zambullirse en el agua y con ayuda del flotador y una Imogen sugiriéndole métodos (ya casi imposibles) de meterse en el agua.

Finalmente le cogió el tranquilo e hizo hasta dos incursiones en la playa, pero la temperatura del agua (tirando a fría) y las "cosas varias" debajo de la misma le hicieron resolver fácil la pregunta de: - ¿Playa (al menos, Siciliana) o piscina?, - ¡Piscina!.A la cual pidió volver ese mismo día. Esa noche salimos los cuatro a cenar por el pueblo y disfrutar de la comida típica de la isla y, entre otras cosas, degustamos el pescado de la zona y la pasta típica aderezada con distintas salsas.

Para finalizar el viaje por la puerta grande la mañana del lunes visitamos el anfiteatro romano y - ¡como no!-  volvimos a la piscina (esa que a Riley le iba a costar tanto despedirse). Y, tras una comida en el bar de la piscina y entre exclusivas varias (como la forma en la que se conocieron Imogen y Adrian o la primera novia de Adrian), poníamos, de nuevo, rumbo al aeropuerto que nos llevaría a casa de vuelta con un estómago que pedía a gritos lo mismo que un cartel que me encontré la noche anterior (con el more añadido). A la que llegamos rozando la medianoche con un Riley dormido y el resto de nosotros dispuestos a tirarnos del "trampolín imaginario" del coche hacia la cama.


Finalizaban, de esa forma, cuatro días en los que he podido conocer de cerca - más aún, me refiero- a lo que fueron, lo que son e intuir lo que serán la familia Osborne (y en especial, tres de sus componentes) y descubrir (aún más) a una familia sencilla, con sentido del humor, "buena gente", un poco - o demasiado- obsesionados con la medida del tiempo (cosa que transmiten a Riley, que se pasó todo el fin de semana diciéndonos la hora con su nuevo reloj), cercanos y dispuestos a abrir su corazón si tú también estas dispuesto a ello...por lo demostrado en estos cuatro días de "vacaciones" con ellos (¡que no es poco!) y mucho más, un "pedacito" de mi corazón se quedará ,por siempre, en el número 5 de Riversdale Road.

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