sábado, 10 de junio de 2017

Sé lo que hiciste el último...half term

Como agua de Mayo -nunca mejor dicho por partida doble: encontrarse a finales de Mayo y ser algo muy deseado (aunque en el caso del agua no es aplicable a Londres...ya la "disfrutamos" todo el año)- llegó el último de los Half terms del año - ya sabéis, ese maravilloso invento (para los niños, no tanto para padres y ,para nada, para los au pairs) del sistema educativo inglés - que consiste en una semana libre para los niños en la que pueden disfrutar de tiempo libre. Para los padres y, los que gozan de la compañía de un au pair, como es mi caso esta semana significa, por tercera vez al año, una vuelta de "360 grados" a la rutina con el niño o hostchild, la cual está protagonizada por juegos y más juegos y un poquito de deberes para no perder del todo el ritmo de las clases.

No obstante, este último half term del año se avecinaba tranquilo, ya que empezaba con un hermoso bank holiday (o festivo) el lunes y terminaba antes de lo normal -el jueves- ya que el viernes me iba de viaje a mi próximo destino...¡Edimburgo!. Por lo que todo ello hizo que se acortara a tres días escasos de estar con Riley 24/7 en los cuales Imogen había planificado rigurosamente repaso previo a la semana posterior de exámenes de Riley así como visita a la Tower of London -una de las principales atracciones londinenses - el jueves de half term...por lo que...¡¡parecía que el último half term del año me iba a dejar con buen sabor de boca!!.

Y como lo que bien empieza, bien acaba (dicen), quise hacer honor a este refrán y empezar bien este half term - que se prometía como el mejor en todo el año - así que aprovechando mis ganas de familia y que tenía un día libre a comienzo de la semana (a pesar de que tuviese "regalito" en forma de babysitting para la tarde del lunes), me decidí en ir a visitar, de nuevo, a mi prima Gema, su marido e hija a Leeds...una "isla de felicidad" necesaria tras haber estado dos meses y pico sin "calor de casa". Así que allí me planté sin pensármelo dos veces la tarde del sábado anterior al half term a bordo de Megabus - una compañía de buses británica de bajo coste que ha sustituido (para mí) a National express, definitivamente por, precisamente, su bajo coste -.

La llegada no podía ser mejor, con un abrazo y un beso de "buenos días" -después de la siesta -despertando a la pequeña Isabella que se mostraba contenta de tenerme en su casa unos días...y entre risas, carreras y balbuceos varios (ya empieza a hablar bastante y entre el inglés y español que sabe y la media lengua de los niños a esta edad, es difícil pillarla) nos dispusimos a salir el marido de mi prima, Isabella y yo a hacer unas compras y al parque - donde pudimos disfrutar de alimentar a los animales favoritos de la pequeña...los ducks! o ¡patos! (según le dé)-. Extasiados por el hambre "patuno" y las maniobras que nos provocó el comprar una mesa y sillas para el jardín que eran más grandes que el maletero (añadiendo a todo ello el tener a Isabella revoloteando por ahí de un lado para otro), llegamos a la hora de la cena, a base de gazpacho, jamón serrano, tortilla y demás delicatessen españolas y "aterrizamos" en la cama a eso de las 10.30 de la noche (el tener una pequeña terremoto hace estragos...).

A la mañana siguiente - bien tempranito...a eso de las 7 de la mañana- ya tenía un "pequeño bulto" que se subía a mi cama y me pedía insistentemente no sólo que me despertase sino , también, que me levantase, así que eso hice porque si te despiertan así da igual la hora que sea. Desayunamos y nos pusimos en marcha hacia Bolton Abbey o Abadía de Bolton, una antigua abadía, en parte, en ruinas -por el norte de Inglaterra abundan- cerca de un Parque natural que prometía magníficas vistas y una caminata la mar de agradable a orillas del río Wharfe. Y...¡así fue!, la mañana empezó fría pero el tiempo nos dio una tregua a la hora del lunch, donde pudimos disfrutar de un picnic en el césped y por la tarde , durante la marcha, pasamos del plumas a la manga corta en cuestión de horas (siguiendo con el tópico inglés del cambio de tiempo, y tal...).

Volvimos de la caminata algo cansados pero con las ganas de disfrutar de tiempo juntos necesarias para que siguiera con mis incursiones en la cocina y preparase un Shepherd´s pie express (una variedad para cuando no hay mucho tiempo que consiste en saltarse algún que otro paso de la receta "Imogiana") acompañado de mi prima y nuestra puesta a punto en temas variopintos. Finalmente para rematar el día cenamos juntos y llevamos a la cama a la pequeña...ese día no costó demasiado ya que la caminata aminoró sus energías considerablemente.

Pero como ya decía en aquella entrada...las "islas de la felicidad" deben pasar para seguir avanzando y llegar a otra hasta que se aviste el objetivo final. Por lo que me vi, de nuevo, en un autobús de vuelta a Thames Ditton con un nudo en la garganta que me recordaba lo amargas que son las despedidas y lo que me cuestan (¡cada día más!).

A mi llegada me esperaba una barbacoa familiar -aprovechando el calor que hacía en Thames Ditton, el cual contrastó ,para mí, con la lluvia y sensación de frío de Leeds- y que yo disfruté un poco más tarde (Yes, I imagined that you were going to have it later.../Sí, me imaginé que la tomarías después..., me decía una Imogen que ya conoce los horarios españoles) un "rico" babysitting con Riley que disfruté con muy buen sabor de boca, debido a la carga de energía que había supuesto mi fin de semana. Por supuesto previo al mismo tuve el momento favorito de Imogen en el que desplega uno de sus amados plannings para contarme el horario de esa semana atípica.

Y así dio comienzo la semana de Half term...con  pilas cargadas y la mirada puesta en el viaje del fin de semana para lo que ya estaba todo preparado desde hace un mes...¿o no? (ya me entenderéis la pregunta más adelante...). El martes y miércoles transcurrieron normalmente...a los juegos de Riley, que esta vez estuvieron basados en su mayoría en construcciones Lego, batallas de varitas -producto del reciente fin de su lectura de "Harry Potter y la cámara secreta"- y la continuación del "Minecraft book" un libro inventado con personajes del mencionado juego - se le intercalaban momentos de trabajo para la posterior semana de exámenes o test -como Imogen prefiere llamarles porque examen es demasiado para niños de su edad, dice...- que me permitían unos minutos de relax disfrutando de Riley sentadito en la mesa de la cocina.

Hasta que llegó el jueves donde se produciría uno de los eventos que Riley ya me adelantó un sábado corriente al llegar a casa por la tarde - You, mum and me are going to Tower of London in the next half term!!!! / ¡¡¡¡Tú, mi madre y yo iremos a la Torre de Londres el próximo half term!!!!, me decía con aire excitado - no obstante Imogen se "calló" del plan el miércoles debido al exceso de trabajo, así que Riley y yo pusimos rumbo a la mencionada atracción londinense justo después de la hora de la comida con gafas de sol y gorra (que apretaba el sol), snack para Riley (que nunca falte) y los fabulosos planos de Imogen donde te señalan exactamente el camino a seguir (With all under controlled, you have results!! /¡¡Con todo bajo control, tienes resultados!!, decía uno de los primeros días al comprobar que el camino al colegio de Riley había sido exitoso gracias a uno de sus planos...).

Allí nos plantamos exitosamente tras seguir las instrucciones "Imogianas" y disfrutamos de una tarde entre "joyas de la corona", caballeros, nobles, reyes y demás ambiente medieval que me hizo retroceder al contexto londinense de aquella época y rememorar -y continuar porque en Hampton Court ya descubrí sobre ello- su historia marcada por la figura de Enrique VIII pero también con una fuerte vinculación con la actual reina la cual, me parece - cada día más- que cruza las fronteras de la simple realeza para convertirse en un icono, producto de películas, cuadros...¡e incluso merchandaising!.


Además hicimos una visita a la tienda de productos relacionados con el monumento (en todos los monumentos históricos londinenses hay lo mismo) para que Riley gastase 5 pounds de su pocket money en algo que le gustase...He can buy something that cost around 5 pounds, so he can learn how to buy and organice his money / Puede comprar algo que cueste alrededor de 5 pounds, así puede aprender a comprar y organizar su dinero (me decía Imogen el día anterior juntos al resto de indicaciones de la "excursión").

La llegada a casa supuso el "cobro de sentido" de la pregunta retórica que lanzaba antes sobre el fin de semana y su preparación ya que miré whatsapp (el cual estaba rebosante de mensajes ya que no había podido atender en casi todo el día) una vez puesto el tea a Riley, dado el "parte" de la tarde a Imogen y haberme despedido de la familia para salir de casa a quedar con una amiga, y me encontré con la "grata" sorpresa de que el hostal al que íbamos en Edimburgo nos había cancelado la estancia. Lo cual desplegó un "ejercito de llamadas" en bucle al hostal reclamando, discutiendo, preguntando, clamando...- todos los verbos desesperados que se os ocurran - para intentar remediar la situación. No obstante, esa noche nos dimos por vencidos tras intentarlo todo y decidimos ponernos a la búsqueda de otra opción (sí, a menos de 24 horas del viaje...¡la cosa prometía!). Dicha búsqueda nos llevó a un Airbnb que, si bien nos salía el doble que el hostal, era una opción buena por localización y por la posibilidad de comer en la casa (lo cual nos llevaría a ahorrar y compensar el extra que nos habíamos gastado en el alojamiento).

Pero no todo podía ser tan fácil ya que no recibimos contestación después de la pre-aprobación del piso, por lo que tras intentar de nuevo realizar otra búsqueda, esta resultó fallida por todos lados (los precios eran ya muy altos, la ocupación de la ciudad el fin de semana era del 90%, etc...) y nos lanzamos a la aventura del "nosaberdondevamosadormir" el viernes a las 18.30 de la tarde a bordo, de nuevo, de un South West trains, destino Gatwick airport para coger un vuelo que debía sospechar algo de nuestra desgracia porque se retrasó (para darnos más tiempo de decidir no ir...¿quizá?).

En tal caso si fue así, nosotros no nos dimos por aludidos porque lo cogimos y fue un momento en el que las caras de preocupación ya se empezaban a ver, porque parecía que hasta ese momento la cosa no iba con nosotros - pero realmente no teníamos nada para pasar la noche del viernes - la desesperación fue tal que llegamos a plantearnos dormir en el aeropuerto, opción que quedó en el aire al llegar a Edimburgo, donde cogimos el primer autobús al centro de la ciudad y donde se produjo el milagro. Como caído del cielo, nos llegó el número de un hostal con un precio por noche más que razonable y que, además, tenía sitio para ¡aquella misma noche! y sin pensárnoslo dos veces nos lanzamos a ello, gracias a un conductor de autobús que se apiadó de nosotros (y de nuestras caras de desesperación tras un día - o días mejor dicho- muuuuy largo ) y nos llevó hasta un lugar más cercano (ya que el hostal estaba algo retirado del centro, eso sí).

Llegamos al hostal y una vez acomodados el hambre habló y nos llevó a salir de nuestro "paraíso" en aquel momento y pasar a otro "paraíso" este protagonizado por "macarroni kish" y un surtido de dulces que junto con la conversación que ya habíamos construido con nuestro hambre hicieron que esa denominación de paraíso cobrara todo el sentido.

Al día siguiente recorrimos la Old Town o Vieja ciudad de Edimburgo que componía su casco antiguo, allí descubrimos el castillo, la catedral de San Gil, el parlamento -edificio que sobresale por su modernismo dentro del "clasicismo", el cementerio, etc...tras lo cual el hambre llamó , de nuevo, a nuestra puerta y nos dirigimos a la difícil búsqueda del sitio para comer, encontrándonos con un bar latino que despejó nuestras dudas. Después de llenar el estómago decidimos volver al hostal, donde tuvimos repertorio improvisado de coreografías varias donde no importaba lo bueno o malo que fueses bailando si no las ganas y el salero que le ponías. Parecía que tras ello el cansancio podría con nosotros y nuestras ganas de salir de fiesta pero finalmente batallamos contra él y nos lanzamos a un Edimburgo que se nos presentó...¡aún de día! (a las 11 de la noche), grata sorpresa que fue motivo de numerosos comentarios -¡Así da gusto! o ¡Esto ni en España!, entre otros...)-.


Sin embargo dos noticias "agriaron" un poco nuestra noche...los ataques de Londres -que dieron lugar a una oleada de "¿Cómo estáis?" en whatssapp en nuestros móviles - y la muerte de un conocido diseñador español (David Delfín), noticias que nos hicieron irnos a la cama con una sensación "rara", mezcla de nuestra excitación por el viaje y lo que acabábamos de escuchar.


No obstante, caímos rendidos como los que más y amanecimos más cansados que el día anterior - a pesar de haber dormido más que el día anterior (¿cansancio emocional?, ¡puede ser!) - lo que no nos impidió a salir a seguir descubriendo Edimburgo, pero en esa ocasión la parte más nueva de la ciudad, así como las ruinas griegas y su vista panorámica desde el monumento a Sir Walter Scott (padre de la novela). El tiempo en aquella ciudad del encanto se iba acabando y cuando nos dimos cuenta, estábamos regresando al hostel para coger nuestro equipaje y volver al aeropuerto en el mismo autobús en el que el hombre se apiadó de nosotros (pero este en el otro sentido...¡claro!).

El viaje tenía que acabar bien, pero quizá el refrán "Lo que bien empieza bien acaba" también pueda convertirse en "Lo que mal empieza, mal acaba" porque nuestro avión volvió a sufrir un retraso y llegamos a las 23.30 de la noche, una "hora indecente" para el transporte público londinense. Lo cual hizo que las prisas se incrementasen aunque, a pesar de ello, no hubiese un "tren prometido" por la taquillera y nos viésemos obligados a intentar coger la mejor combinación de buses que nos dejaba a las 3 de la mañana en nuestra casa (¡qué bien íbamos a trabajar al día siguiente!). Pero todo no acaba aquí ya que perdimos uno de los buses, lo que hizo que declarásemos oficialmente "estado de alerta" en nuestra situación y acabásemos decantándonos por coger "Uber" (una aplicación de taxis en Reino Unido) que contribuyó aún más a nuestro "derroche de dinero por cosas imprevistas" del fin de semana.

Como siempre el balance acabó siendo positivo y sólo queda reirse de todo aquello y guardarlo en la memoria como "aquél fatidico (o no tanto) viaje a Edimburgo". 

Y así, yéndome a la cama a las 3 de la madrugada del lunes (y con un miedo importante a la mañana siguiente) acabó el último half term del año.

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