martes, 14 de marzo de 2017

Un fin de semana...¿cualquiera?

...¿de esos en los que no haces nada especial? ¿ en los que disfrutas de sesiones de peli y manta en bucle?¿o en los que te apetece acurrucarte "un poquito más" en la cama -y acaban siendo horas-? ¿o esos en los que el mayor trayecto recorrido es entre el sillón y la nevera? ¿o quizá esos en los que por no hacer no haces ni la cama?

Cualquiera no podríamos llamar a un fin de semana que empieza con un viernes libre...Can you do a babysitting on the 11th of March? / ¿Puedes hacer un babysitting el 11 de Marzo?...Me preguntaba Imogen por SMS la semana anterior -¡Oh! fatalidad - pensé - es el fin de semana de la visita de mi primísima Jenni - pero...¡todo controlado! mi prima se iba el sábado por la tarde y el babysitting era por la noche, así que respondí a la proposición con un muy educado Yes, no problem! / Si, ¡no hay problema! - más allá que currar un sábado, vaya...- y le hice una contraoferta y , muy educadamente también - le pedí el viernes libre para poder estar más tiempo con mi prima, a lo que Imogen me dijo que tendría que consultar su (apretada) agenda de mujer de negocios que es. La respuesta se hizo esperar una semana pero finalmente me dió un SÍ más grande que el sol.

Cualquiera sería demasiado para un fin de semana en el que- por mi espíritu aventurero, de probar nuevas cosas y también debido a mi ajustado bolsillo de au pair- dije que sí a la oferta de mi prima de recorrer Londres en bici...lo que resultó desastroso a la par que maravilloso. A las 13.00 - con visita previa a los grandes almacenes, Harrods y reencuentro previo- estábamos los tres - Jorge, el novio de mi prima, mi prima Jenni y yo- dispuestos a coger nuestras bicis con destino a un Portobello que se prometía la meca de lo vintage. La primera experiencia bicicletística del día no fue del todo mal, ya que el camino transcurría en su mayor parte por Hyde park, así que disfrutamos de las vistas pasando un
lago, y varias esculturas...¡todo fenomenal!. Llegamos a Portobello y se nos calló el primer mito, lo que parecía iba a ser un destino atractivo se quedó en una calle con alguna tiendas "vintage" o eso dicen (desde luego, el olor a antiguo las delata...).

Tras caersenos el mito de Portobello nos decidimos a ir a Candem - ese lugar que nunca falla y mágico donde los haya - pero esta vez montado en bici...delante nos quedaban 30 "fantásticos" minutos de pedaleo. La ciudad estaba a nuestros pies - o a nuestras ruedas - pero el destino - y nuestra poca experiencia en bicicleta - hicieron que ese viaje que puede ser magnífico se convirtiese en harto arriesgado. Los pitidos, malas caras londinenses, que
jas por invadir la acera, choques entre nosotros y cualquier mobiliario urbano que se nos presentase y un sin fin de infortunios fueron protagonistas de ese viaje que se presentaba como tan entretenido.

Llegamos a Candem más muertos que vivos - por el cansancio y por la tensión acumulada de tanto sobresalto - y una vez más - para mí - y por primera vez -para mi prima y su novio- nos deleitamos con los encantos de Candem y sus rincones más recónditos haciendo las paradas obligadas a la estrambótica tienda de Cyberdog, Candem Market, entre otros... Después tocaba la vuelta en bici (por la que yo temblaba al pensar en ella). El viaje empezó bien - parecía que la práctica y los sustos de la ida nos habían hecho aprender - pero todo quedó en una ilusión cuando llegamos a un concurridísimo Kings Cross y no se me ocurrió otra cosa que invadir el carril bus por que...¡no había nadie! (claaaaaro). El sonido del claxon detrás de mí no tardó en aparecer y mi maravillosa idea de acelerar en la bici para que no me pillase, tampoco, así que así hice...pedalear que ni Indurain para aterrizar en la estación de tren de Kings Cross cual biciclista en la meta ¡y oooolé! - las risas posteriores con mi prima y su novio estaban aseguradas -.

Cualquiera sería arriesgado llamar a un fin de semana en el que en la noche del viernes - por aquello de ser una noche y el bolsillo de au pair - decidimos dormir los tres en la misma habitación del hotel. La "operación entrada" - para que no descubriesen que había un infiltrado - en la que yo entré con mi prima y sin mochila (cual pareja que llega al "nidito de amor") y su novio nos siguió unos minutos después - no fue del todo mal y aterrizamos en una habitación más bien pequeña en la que al dormir deberíamos tenernos mucho amor. A la mañana siguiente descansados -unos (los que gozaron de más espacio) más que otros - emprendimos rumbo al Tower Bridge  (esta vez sin bicicletas camicaces) y a la estación de tren de Waterloo para rematar la visita.

Hubiese sido un fin de semana cualquiera a no ser por el babysitting de "tardeo" que me marqué con Riley, el cual empezó relajadamente viendo BFG -mi alegría al volver a casa y ver que estaba sentadito viendo la pelicula fue inmensa -, continuó a ritmo de "la Macarena" cuando se fueron los padres, y acabó con Riley "on the top" al irse a acostar (seguramente por su largo descanso la noche anterior, que hizo que la hora de dormir se alargase más de lo común) y yo "on the bottom" (por mi no descanso adecuado la noche anterior), a lo que se le sumó la espera a los padres que a causa de cancelaciones en los trenes, llegaron en taxi una hora tarde de la prevista...os imaginais a Imogen ¿no?...That´s really dull!!/ ¡¡Qué aburrido!!.

Podríamos haberlo considerado un fin de semana cualquiera si al día siguiente - con mi grupo de amigos au pairs- no hubiese conocido una de mis zonas favoritas de Londres...Shoreditch, que ¿por qué?...a pesar de que nos costó llegar al "paraíso", ¡lo encontramos!...y este tenía una zona de restaurantes que parecía sacada de Nueva York hecha por contenedores unos conectados con otros por pasillos donde se exhiben cuadros /fotos/grafittis de diferentes artistas, una zona de restaurantes en la que descubrimos un DJ que lo daba todo con los allí presentes (lo cual hizo que alguna de nuestras acompañantes se animase a dar uno que otro paso con una multitud salida de la nada). Además descubrí una de las mejores calles de tiendas de moda alternativa...cara, eso sí pero alternativa, donde puedes hacer una apuesta segura por la exclusividad...¡cada tienda que pasábamos era mejor que la anterior!.


Cualquiera podría haberse llamado un fin de semana en el que no hubiésemos acabado de fiesta improvisada un domingo en Soho en un pub donde el ambiente no prometía nada...a las 10 en casa dijimos ¿no?






No, definitivamente no ha sido un fin de semana cualquiera.

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