jueves, 10 de noviembre de 2016

Calor de casa

Y poco a poco, los cambios se van instalando en nuestras vidas dejando paso a una rutina mucho más relajada (cuidadosamente ensayada por Imogen los primeros días, para ajustar tiempos).

A las 7:00 suena mi despertador, 20 minutos más lo cual se agradece, y remoloneo un poco hasta las 7:10, momento en el que me levanto -pisando la misma alfombra, en otra habitación, eso sí- y bajo a la cocina a preparar el desayuno de Riley. Él suele aparecer unos minutos más tarde con alguna legaña en los ojos aún pero eso sí, ya cambiado con el uniforme del colegio...I think you can change clothes before have breaskfast, it will be better...decía la madre uno de esos primeros ensayos del tiempo en los primeros días en la casa. Se sienta en la mesa y come su desayuno.

Cuando le doy el desayuno es hora de atender a Flora, la cual tiene que tomar su desayuno - en el jardín - y andar un poco para hacer sus necesidades...si es popó tengo que salir pitando y recogerlo porque...cuidado con los sensibles con el estómago...corre riesgo de comérselo...sí, como lo oís, es un extraño gusto que Imogen rechaza profundamente, me lo ha manifestado alguna vez al hablar sobre la perra...I mean, I don´t like dogs that eats his own poop...It´s disgusting!!

Alrededor de las 7:45 Imogen y Riley ponen rumbo al colegio e Imogen después va a la piscina, con lo que yo tengo tiempo de ducharme, desayunar y alguna cosa más hasta que vuelve Imogen y me dice si hay compra o no, tengo que hacer algo y en definitiva la rutina de ese día.

Ejecuto mis tareas y, hasta que empiece el curso de inglés que finalmente será en Enero, suelo o ir al gimnasio -gestión aún en proceso ya que estoy comparando precios y distancias- o seguir con un curso online que estoy haciendo, como, etc. hasta que llegan las 15:15 aprox que tengo que salir a por el niño...y esta vez, nada de trenes, ni trasbordos...una larga y amena caminata de 1 hora en total (30 minutos ida y 30 minutos vuelta) acompañado de Flora, la cual el primer día estaba emocionadísima explorando el terreno y me llevaba ella a mí más que al contrario xD.

Cuando llegamos del colegio, sobre las 16:45 (gran diferencia con la otra casa, donde aterrizábamos a eso de las 17:30) podemos jugar unos minutos, hacer los deberes y tomar el tea relajadamente, después ya sabeis...TV time, story in bed y a dormir sobre las 20:00.

En definitiva, mayor calidad de vida que permite disfrutar mucho más de todos los momentos y un menor estrés para todos, lo cual no está nada mal...

Pero esa rutina se interrumpió la semana pasada al llegar el viernes, donde sobre las 18:30 de la tarde cogí un tren - como si de un avión vuelta a casa se tratase - a Oxford para encontrarme con mis primos Gema y Juan, su niña de 1 año y 10 meses, Isabella y los padres de él.

El viaje fueron dos horas, tuve que hacer un trasbordo pero no me importó, por primera vez en mi estancia aquí iba a ver a alguien que conocía...¡y de mi familia! con lo cual los nervios y las ganas de verlos hicieron que el viaje fuera como cruzar una calle.

A mi llegada a la estación me recogió el marido de mi prima, Juan, y su padre y al llegar a la casa donde íbamos a estar y cruzar el alfeizar de la puerta sentí calor (a parte de la calefacción xD)...un calor que me indicaba que de alguna manera estaba en casa, y sólo me bastó mirar hacia dentro y ver unos ojazos grandes marrones que me miraban inquietantes desde la puerta del salón, para terminar de confirmarlo ¡estaba con mi familia!...mi alegría no podía ser más grande al recorrer la casa- sí, ¡ya anda perfectamente!- con una guía muy pequeña pero muy especial, que me iba relatando -sí, ¡ya habla!- a quién pertenecía cada habitación y me iba mostrando su extraña manera de moverse por la casa- la bajada de las escaleras en plancha y boca abajo, no tiene precio-.


Después del tour, era hora de dormir para la pequeña y el resto pudimos disfrutar de una cena amenizada con anécdotas y relatos de lo que había pasado esos meses, no puedo describir el momento tan mágico que viví ahí...puede sonar extraño, pero me sentí en mi casa, en mi familia y con mi gente de nuevo y para mí, en ese momento, eso era el mayor regalo. Entonces me percaté de lo mucho que echo de menos a mi familia, a mis amigos y cuando me fui a dormir pude reflexionar un poco sobre ello...lo que valoramos "lo que tenemos cuando no lo tenemos".


Al día siguiente me desperté a las 7:30 con una pequeña voz que me llamaba desde el pasillo y finalmente fue a parar a mi edredón y después nos duchamos, desayunamos...¡con jamón serrano! y salimos a descubrir Oxford- me encantó, edificios clásicos, mucho college y mucho encanto- en un día bastante frío.

Sobre las 17:00 y con algo de añoranza por los momentos vividos que fueron intensos a pesar de no llegar a 24 horas, ponía rumbo a Londres donde había quedado con dos amigas de Godalming para disfrutar de la Bonfire night, que resultó fallida ya que a pesar de estar una hora delante del Big Ben y muriéndonos de frío no se dignó a aparecer por allí ningún cohete...pero eso sí,disfrutamos de las vistas nocturnas de Londres y es que ir allí, siempre merece la pena aunque resulte ser, para nada xD.


En fin, finalizaba un día de desconexión y "miniviaje a casa" que me dió fuerzas para continuar hasta poder disfrutar al resto de mi gente en Navidad.

PD: Os dejo una foto de un cartel en una mesa de un bar que me pareció una forma original y british (educada y con un toque de humor) de reservar una mesa.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado esta entrada. Posiblemente una de las bonitas. Me alegro que lo hayas podido disfrutar, y ya sabes que en nada estaremos todos juntos. Chupao!!
    Un beso Daniel

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  2. Gracias tío ;) y si ya mismo os disfruto a todos!!!!

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