viernes, 18 de agosto de 2017

"La vuelta a la tortilla"

El reinado de Flora y mío no tardaría en verse abolido por visitas varias que hicieron más amena la estancia en la mansión Osborne. Tan sólo dos días más tarde de la marcha a "las Américas" de la familia Osborne al completo y tras visitas nocturnas de amigos que aún trabajaban con sus respectivos hostchilds, llegaba la primera de las visitas...¡¡mis padres y mi hermana!!.

A eso de las 9.30 de la mañana del día 5 de Agosto - y con algo de retraso típico de los vuelos - se produjo un reencuentro diferente...ya que en este no era yo el que pisaba suelo madrileño tras varios meses sin hacerlo, si no que me encontraba en el otro extremo de la puerta de Arrivals/Llegadas de la Terminal Norte de Gatwick esperando (con algo de nerviosismo) a mis padres y mi hermana.

Reencuentro pasado -incluidos besos y abrazos - nos dirigimos a la Terminal Sur a bordo del tren que conecta ambas terminales, lugar en el que se produjo el primer incidente de la mañana (resultado de la excitación y las ganas de contarnos cosas) en el que mi padre fue protagonista dejándose una bolsa en el tren. Sin embargo todo quedó en un susto cuando me dí la carrera hacia el tren y allí la ví solitaria y esperando a ser colgada del hombro de mi padre de nuevo, así que rápidamente la cogí - como si a aún alguien le entraran ganas de cogerla- y me dirigí a encontrarme de nuevo con mis padres. Una vez juntos nos dirigimos a la primera parada para hacer la compra: Surbiton, trayecto en el cual se dio el segundo (y último...por fortuna) incidente. Esta vez fui yo el protagonista y provoqué que el viaje se alargase un poco más equivocándome de tren.

No obstante llegamos sanos y salvos - aunque no fuese en hora - e hicimos lo que parecía la compra del mes para los Osborne resultado de la exageración de mi madre, la cual alucinó con las cantidades y precios de la compra inglesa. Anyway / En cualquier caso, improvisamos el menú de los próximos días y marchamos a casa en taxi (por el volumen de compra y la distancia a casa) donde nos preparamos un tentempié y marchamos - de nuevo-, pero esta vez destino Londres y para "empaparnos" - ellos por primera vez y yo tras unas cuantas veces- de lo "básico" de la ciudad...Big-ben, London eye, Trafalgar Square, Chinatown, entre otros "básicos".

Pero el cansancio llamó a "nuestra puerta" - ellos llevaban desde las 5 de la mañana en pie y yo desde las 6 - y tras una suculenta comida con manjares británicos tales como Fish and chips o steaks with peas nos dirigimos, de nuevo, a London Waterloo para volver a casa y descansar. Una vez allí y antes de descansar aún quedaba algo importante...¡celebrar el cumpleaños de mi padre!, así que eso hicimos...sacamos las velas y mi primer brownie (bueno, pero con algo de exceso de horno), cantamos el tradicional "Feliz cumpleaños", pero esta vez con acento español que extrañaría la casa e hicimos la ,también tradicional, entrega de regalos (¡otro que tuvo un cumpleaños diferente!).

Al día siguiente me desperté con un extraño olor a casa y, tras ello, me temí lo peor (o lo mejor, según se mire)...efectivamente, ¡mi madre había invadido la cocina!. Bajé medio dormido de mi habitación y me encontré con un festín de ollas y sartenes con suculentos manjares en su interior entre los que se encontraban: pollo con verduras o salchichas al vino - despliegue de recetas para ahorrarnos hacer comida los días posteriores...¡que haríamos sin la planificación materna!. Después de la "mañana de olores", tocó conocer mi zona -que también tiene su encanto - así que gracias a Imogen ( la cual me dejó su tarjeta Annual Membership para familias en las que puedes acceder gratuitamente a ciertos palacios y atracciones de Londres ) nos zambullimos en la historia de Enrique VIII en Hampton Court palace, visita que yo ya había hecho pero se revalorizó visitando hasta el último rincón y con los comentarios "en la nuca" de mi hermana (la cual tiene examen de Historia en Septiembre) sobre las conexiones entre la realeza española y británica de la época.















Después, disfrutamos de un relajante viaje de ida y vuelta en barco hacia Kingston y nos deleitamos con una "reinvención" de mi madre de sopa de verduras y noodles, así como pollo guisado con verduras (como segundo plato) que hizo nuestras delicias y me llevó a casa por unas horas , una vez más ese día (culinariamente hablando).

Al día siguiente la visita se agrandaba, la casa se llenaba de gente con dos huéspedes más ya que se unían a la "aventura familiar" una amiga de mi madre y compañera de su trabajo y su hijo Santi, el cual es fan incondicional de Harry Potter (como yo) y vería uno de sus sueños cumplidos dos días después al acudir a los estudios de las películas días después. Día en el que se produjo división en dos grupos: mis padres y su amiga se dirigieron a la aventura -que...¿porqué aventura?, porque ninguno sabía de inglés pero ¡lo importante es el espíritu! (y eso les sobraba) - de seguir disfrutando de lugares míticos en la capital británica como Buckingham palace, Harrods, entre otros...mientras mi hermana, Santi y yo nos sumergíamos en el mundo de Harry Potter por una tarde, ¡y qué tarde!...

Fue una de las visitas que más disfruté en toda mi estancia en el Reino Unido...volví a mi infancia entre sets de rodaje, vestidos, caretas, robots, figuras y demás elementos utilizados en las películas de Harry Potter, esas que una vez inspiraron - y lo siguen haciendo en alguna ocasión...- más de un juego, fantasía e historia en mi cabeza. Desde su inicio a su final disfruté del tour que me llevó desde la famosa casa en el número 5 de Privet Drive (donde la historia comenzó) a bocetos de como el dibujante de turno imaginó la Batalla de Hogwarts en la última película, pasando por la majestuosa maqueta del castillo - estancia que posiblemente más me llamó la atención, dejándome sin palabras - el set del Callejón Diagon o el Bosque Prohibido...AMAZING!!!!/¡¡¡¡INCREÍBLE!!!!.

Extasiados por lo que acabábamos de ver y algo cansados por las -casi- cuatro horas de recorrido, volvimos a casa donde nos encontramos con más historias aún, pero estas no estaban protagonizadas por la magia ni las criaturas fantásticas si no por nuestros padres y sus aventuras en la capital para afrontar el transporte público así como encontrar los lugares que les interesaba visitar, aventuras que les llevaron a descubrir la cantidad de gente española - o que hablan castellano - en Londres, así como la cantidad de perfumes que se pueden "llevar puestos" en un día (imaginaos el festival de "olor" que teníamos aquella noche en la mansión Osborne), el sabor y "efectos" de la cerveza negra de un pub cercano a mi casa, entre otras cosas...Después de una cena llena de historias tan sólo bastó un juego con las grajeas de sabores (que mi hermana había comprado en los estudios de Harry Potter) que provocaron algún que otra cara rara o vómito al descubrir sabores tan "apetecibles" como mocos, tierra o cera de oídos...para retirarnos a descansar y prepararnos para un día en Candem Town (destino obligado de todas mis visitas).

Mencionado día que empezó y se desarrolló de lo más "ingles" con lluvia y frío constante, lo cual hizo que la visita perdiera bastante encanto. Aún así sudaderas, pantalones, mochilas etc...circularon por nuestros ojos y acabaron siendo nuestros.

Tan sólo quedaba una cena antes de la finalización de la visita familiar...una visita que me dejó algunos momentos curiosos en los "sentidos" como oír a mi madre llamar a mi hermana por la mañana igual que lo hace Imogen con Theo, deleitarme con los platos y sabores de la gastronomía de mi madre en el lugar que para mi ya era mi casa pero que nunca me había dado aquellos sabores que siempre tenía en mi verdadero hogar, "jugar" a vivir mi vida familiar de siempre en otro lugar o recorrer aquellos lugares que para mi ya son usuales con gente a la que tanto había tenido en mente al recorrerlos con anterioridad.

Y de esta forma, finalizó la primera visita, a las 8.30 de la mañana tras las puertas de seguridad del aeropuerto de Gatwick y con un adiós que me dejó un nudo en la garganta como siempre pero esta vez con la idea de que en muy poco tiempo volvería a tener todo aquello que dejé hace un año y, entre ellos a mi familia.

De nuevo llegó la soledad de Flora y mía, soledad que, sin embargo, se alargó poco en el tiempo, ya que tras un día que sirvió para comprar algunos ingredientes para la comida, cambio de sábanas y toallas así como la preparación de un nuevo brownie (para intentar superar al anterior y su exceso de horno y deleitar a mis nuevos huéspedes), llegaron al día siguiente mi siguiente visita...¡¡mis tíos/padrinos!!.

Con los cuales la visita se tornaba distinta ya que ya habían estado en Londres por lo que la visita sería más relajada y con la posibilidad de descubrir juntos algún sitio nuevo en la zona donde vivo. Por lo que así hicimos...tras relajarnos tomando algo en el jardín y ponernos mínimamente al día (ya que las llamadas de Skype hacen que los encuentros en persona se "descarguen" de puestas al día) nos dirigimos a conocer Kingston, así como el Whetherspoons donde disfrutamos de una -abundante siempre- comida para después volver a descansar a Villa Osborne.

Al día siguiente la visita - y la tarjeta Annual Membership de Imogen la mar de rentabilizada- nos llevaron a Hampton Court Palace y a sumergirnos en sus"reales" historias. Todo iba a pedir de boca, el tiempo nos estaba dejando unos días excelentes tras el temporal que había pasado en la visita de mis padres, hasta que llegamos al laberinto - en el cual me sigo perdiendo a pesar de haberlo hecho...¿5 veces? - donde nos llamaron la atención por estar utilizando una tarjeta de otra persona - muy educadamente, eso sí - y nos advirtieron no volver a hacerlo (- Bueno, al menos han pasado el resto del palacio y mis padres pudieron hacer la visita completa - pensé en ese momento con un poco de miedo aún por si la "pillada" tendría alguna consecuencia para Imogen).

Tras el pequeño contratiempo hicimos el (tradicional ya) viaje en barco hacia Kingston "post-chute histórico" y volvimos a casa a empezar nuestro maratón nocturno de películas que se continuaría el resto de películas y que, a veces, terminaban con los tres dormidos en el sillón y con una cabeza que se levantaba desvelada, se daba cuenta de la situación y llamaba al resto para irnos a la cama (cuando la calidad de la película era mejor, la cosa cambiaba...).

El tener tiempo te permite hacer más cosas a parte de visitar una ciudad como es Londres en esta caso y, por ello, nos pusimos deportistas y salimos a correr a la mañana siguiente al magnífico e incansable (para visitar) Bushy park, salidas que nos dejaban "en una nube de relajación" que el domingo nos llevó a realizar mi última - sin quererlo y ser consciente - visita en la experiencia a Candem Town, esta vez con un sol radiante que nos dejó disfrutar del mercado de comida - donde ingerimos el mayor perrito caliente que haya visto -  y ropa - con incursión y conocimiento más en profundidad de mi tienda favorita del lugar (Soot and Ty)- en todo su esplendor, así me despedía de mi zona favorita de Londres con mis tíos y con un sol de espanto (¿para qué más?).

Sin embargo el lunes el ejercicio mañanero nos animó a quedarnos en casa - incentivado por la visita de la cleaner, para la que tenía que estar presente en casa - y aprovechamos para cocinar y ¡como no! la receta debía ser española y, más en concreto, debía ser una de las especialidades de mi tía Merce...¡la paella!. La cual, a pesar de no tener la calidad de ingredientes que en España - colorante, gambas que saben a gambas, entre otros...- salió bastante buena y pudimos deleitarnos con ella en el jardín.


La tarde la pasamos entre "cortes de pelo", "piques al ping-pong" y series varias, para desembocar en el maratón de películas que esa noche fue exitoso y quedaron -al menos- dos "cabezas despiertas". El día siguiente (y sin sesión de running) nos embarcamos -nunca mejor dicho - en el Cutty Shark con su visita en el barrio londinense de Greenwich -recomendada visita por Adrian Osborne-. Disfrutamos de la facultad de navales, el mercadillo y una comida en una plaza céntrica del barrio. Después tocaba despedida (también sin quererlo) a la zona céntrica de Londres, adiós al Big Ben y al London Eye, monumentos que me han servido de referencia este año al llegar a un siempre abarrotado Waterloo, adiós a dos monumentos que han significado más que eso para mí...símbolos de una ciudad que considero ya...mi segunda casa.

La segunda "vuelta a la tortilla" y visita iba acabando y con ella mis días en Reino Unido, hecho del que fui un poco más consciente esa noche al irme a la cama - quizá por la lucidez con la que me fui ese día, producto de no dormirme con la película - ...¡¡una semana para despedirme de todo aquello!!.

Rematamos la visita redonda ( por su compañía, tiempo y vistas) el jueves con una comida a orillas del Támesis en "The Albany" y la última despedida en Reino Unido se produjo esta vez en el andén de la estación de Thames Ditton dirección Surbiton y con un beso y abrazo que esta vez sabían que no tardarían mucho en volver a encontrarse.



Así finalizaron mi "vuelta a la tortilla" particular y visitas en las que he "fusionado" elementos de mis dos vidas aquí y allí...visitas, visitas a las que tengo que agradecer nuevamente haber dedicado ese tiempo a venir a verme y haberme dejado tan buenos momentos que superarán esta experiencia y se quedarán siempre en mi retina, oídos, manos...e incluso boca...¡gracias, gracias, gracias!.

2 comentarios:

  1. Una vez, gracias y mil gracias por haber tenido la oportunidad de compartir esos días juntos. Un besote y nos vemos muy pronto, eso sí, esta vez en casa. Hasta dentro de unos días.

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  2. No te voy a decir gracias de nuevo porque nos repetiríamos mucho xD pero es lo que siento...días increíbles a vuestro lado...por muchos mas ;)

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